Greenpeace España acaba de lanzar una campaña de recogida de firmas para salvar la población mundial de abejas. Parece una exageración, pero no lo es. El número de abejas está decreciendo de una manera alarmante y sus consecuencias pueden ser nefastas para la agricultura porque a nadie se le escapa que sin abejas no hay polinización.
La organización ecologista apunta en este mismo sentido que "las abejas y otros insectos polinizadores tienen un papel esencial en los ecosistemas. Cerca del 90% de las plantas silvestres y un tercio de los alimentos que consumimos depende de la polinización. Sólo en Europa, más de 4.000 cultivos dependen de esta labor tan esencial"
Sobre las consecuencias de la desaparición de las abejas ya nos habló en este blog nuestro amigo Natxo Company, de www.lamieleria.com de Cocentaina. Este apicultor nos contaba que hace una década la mortalidad de las abejas se situaba en un siete por ciento y que ahora mismo esta cifra ha subido hasta el veinte.
Greenpeace España apunta que posiblemente la mayor amenaza para la población mundial de las abejas son los plaguicidas químicos tóxicos que se utilizan en determinadas explotaciones agrícolas y que tienen efectos letales para estos insectos. Los más peligros son los neonicotinoides porque afectan al sistema nervioso central de las abejas.
Natxo Company también apuntaba otras razones para la desaparición de las abejas como la enfermedad llamada Nosemosis provocada por un parásito que se detectó en España en el año 2004, la varroa, la loque europea, la ascosferosis o la cría ensacada.
En estos momentos también se está estudiando el efecto que ha podido tener en las abejas la proliferación de antenas de telefonía móvil y que pueden llegar a desorientarlas.
Gracias a campañas similares como la que acaba de emprender Greenpeace se ha conseguido que la Unión Europea haya prohibido ya cuatro insecticidas tóxicos. Sin embargo, son prohibiciones temporales, concretamente por un periodo de dos años.
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